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Jaiyah, la mujer trans que puso al fútbol samoano en la vanguardia

Jaiyah Saelua

«Drawn portrait of Jaiyah Saelua». Autor: Ochelot | Fuente: Wikemedia Commons.

Nacho M. Martín

La pequeña selección de Samoa Americana, territorio estadounidense en la Polinesia, está acostumbrada a hacer historia  de manera negativa. En sus primeros diecisiete años de existencia el combinado oceánico perdió todos sus partidos —exactamente la friolera de unos treinta encuentros—. Luego en 2001 sufriría la mayor goleada de la historia en un partido oficial al encajar 31-0 ante Australia durante la fase de clasificación para el Mundial de Corea del Sur-Japón 2002. Pero tras tanto infortunio, diez años después, al combinado samoano le tocaba hacer historia, pero ahora desde el lado positivo.

El 23 de noviembre de 2011 en Pago Pago, la capital del territorio insular, los samoanos lograron la primera de sus tres victorias en partido oficial teniendo como víctima a Tonga por dos tantos a uno. En ese encuentro una asistencia en el segundo gol y un despeje en la línea de gol que hubiera evitado la victoria dan el título de MVP a un defensa central que tiene  un lugar propio en la historia del balompié, al ser el primer transgénero del fútbol mundial. En la ficha de partido de la OFC (Oceania Football Confederation) ese honor se lo daba a Johnny Saelua, pero en realidad se lo estaba dando a Jaiyah Saelua.

En Samoa, como en otros países de la Polinesia, las fa’afafine, mujeres que nacieron biológicamente como hombres, son aceptadas abiertamente en la sociedad y los prejuicios occidentales no tienen cabida en su cultura. Este carácter abierto de la civilización polinesia permite que las personas transgénero puedan alcanzar hitos en pro de la igualdad. Según palabras de Jaiyah representar como mujer a la selección de su país «es un auténtico orgullo» y con su paso espera «servir de ejemplo para que otras personas alcancen sus sueños».

La joven samoana quiso siempre jugar con chicas, pero su género de nacimiento le llevó a la selección absoluta masculina con sólo dieciséis años, ya que el programa de ‘reclutamiento’ de la federación samoana depende de los Estados Unidos, que debido a su idiosincrasia no ve con buenos ojos el reconocimiento de Jaiyah. Tanto es así, que cuando la joven jugadora samoana estaba estudiando Artes Escénicas en la Universidad de Hawái le prohibieron entrar en el equipo de fútbol tanto masculino como femenino, donde sus integrantes llegaron a insultarle por su condición de transgénero.

Jaiyah ha reconocido que le gustaría progresar con su carrera futbolística en el extranjero pero es solo en Samoa «donde se siente a gusto y respetada». El fútbol como deporte, absorbe todo el aspecto sociocultural del país en el que se desarrolle, tanto lo positivo como el multiculturalismo de los países europeos, o lo negativo como la discriminación que afecta a la población LGTB en determinadas naciones. Que la historia de Jaiyah —quien ejerce como capitana del equipo de Ilaoa and To’omata— se conozca hace resaltar los aspectos positivos del fútbol y es romper una lanza a favor en pro de la igualdad de todas las personas.

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