Kike Gómez. @kikeastilla
En las presentaciones, suelo comentar que este libro no habla de una ciudad perdida entre Centro y Norte América, sino que habla de todos nosotros. Que lo hace en pasado, presente o futuro.
Cualquiera de nosotros seguro que ha escuchado historias acerca de algún abuelo o abuela que emigró de su país para marcharse a otro que tuviese mejores expectativas; o quizá seáis vosotros mismos los migrantes y que en este momento en que leéis estas líneas sea en un país diferente al que nacisteis, donde ahora residís —yo mismo las escribo en una ciudad diferente—. Si nada de lo anterior sucede, aún cabe la posibilidad de que la Perla cuente tu historia futura —la mía—, o la de tus hijos —los míos—, si las circunstancias les obligan a migrar.
En el momento de plantearme escribir la Perla, pensé que con lo que sucedía en esta ciudad podía explicar cualquier otra migración en cualquier otro punto caliente de tránsito. Que en Tapachula estaba concentrado el mundo; todos los motivos por los que una persona puede querer o necesitar migrar estaban allí recogidos.
Hoy el mundo se tambalea una vez más. Un nuevo punto de huida se dibuja en el mapa global, justo en el este de Europa. De Ucrania huyen miles de personas por un motivo de sobra conocido: la guerra. Una vez más, eso que sucede allí, a miles de kilómetros, no es ajeno a lo que sucede en Tapachula.
La vida de los cientos de personas varadas en la frontera sur de México, sin poder avanzar hacia los Estados Unidos, puede cambiar a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania. Si EE. UU. se prepara para intervenir en una guerra potencial, es muy probable que las puertas del paraíso se abran para esos migrantes llegados de Centroamérica, de Sur América, de África, de la India, de Haití, de Cuba… Todos ellos podrán acariciar su sueño a cambio, eso sí, de convertirse en mano de obra barata, si no en soldados inexperimentados, para alimentar una guerra de la que todavía no alcanzamos a vislumbrar las consecuencias.
Cuando escribía el libro de La perla se convirtió en muro me gustaba imaginarlo como una guía de empatía. Como una forma de acercarnos unos a otros. Como una forma de hacer ver que todas las facilidades y comodidades que tenemos, muchos migrantes que caminan perdidos por el mundo también lo tuvieron en algún momento de sus vidas, pero que, con un golpe de viento, desapareció; que no somos más que lo que entre todos conseguimos hacer; que solos no vamos a ninguna parte y que para ir a algún lado, necesitamos de todos.
La Perla, una vez más, habla de todos nosotros.
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Kike Gómez nos ofrece en esta obra un acercamiento de primera mano a la situación que viven los miles de migrantes llegados de todas partes del mundo en su intento por llegar a los EE. UU. Una perspectiva que apenas tiene visibilidad en los medios de comunicación, tendentes a hablar de los problemas derivados de la migración en la frontera estadounidense.
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