María Luisa Toribio
El proceso de edición es lo que va desde que entregas el manuscrito a la editorial hasta que enviamos a imprenta. Como ves, se trata de un proceso amplio en el que hacemos muchísimas cosas: contado muy por encima, corregir, maquetar, volver a corregir y volver a introducir enmiendas en maqueta.
Yo soy correctora y me encanta lo que hago. Y eso que el mío es un oficio, casi una artesanía, bastante desconocido. Corregir es mucho más que darse cuenta de las faltas de ortografía más evidentes, que, además, como lector y escritor seguro que no cometes. La corrección tampoco es ir con un boli rojo en la cabeza (o en el Word) pensando: «Huy, esto a mí no me gusta» o «esto yo no lo hubiera escrito así», y cambiarlo sin más criterio que la propia opinión.
Un corrector no puede ser solo una persona que lee, ni siquiera que lee mucho. Tampoco alguien que se dedica a alguna disciplina más o menos relacionada con las letras. ¡Y no vale con la Lengua que estudiamos en Bachillerato! Está bastante extendida la idea que, como todos sabemos hablar y leer en español, dominamos el idioma. Y eso no es cierto, o lo es solo hasta cierto punto. Un ejemplo: yo cocino en casa, todos los días preparo comida y cena, y está rico (unas veces más que otras…), y procuro que lo que preparo sea variado y hasta que tenga buena presentación. ¡Pero eso no me convierte en cocinera profesional! Pues justo esa es la diferencia entre un hablante o un lector, aunque sea nivel premium, y un corrector.
Un corrector es un profesional de la lengua, que es su herramienta de trabajo. Por supuesto, un corrector será un gran lector —y eso le servirá para tener interiorizada, entre otras cosas, la noción del ritmo y sugerir mejoras de estilo en un manuscrito—, pero no solo eso. El corrector se ha especializado, ha estudiado y estudia todos los días. Hay cursos y hasta posgrados en Corrección, pero además el corrector consulta mil veces cada día la OLE y la NGLE (denominaciones cortas de los larguísimos nombres de la Ortografía de la Lengua Española y la Nueva Gramática de la Lengua Española) y otros recursos, online o no, como el Diccionario Panhispánico de Dudas o el servicio de consultas de la Fundéu; ¡si no conoces este último, te animo desde ya a que investigues! Las correcciones se hacen en base a los dictámenes de la RAE sobre gramática u ortografía, y es imprescindible tener nociones muy claras de ambas y de lo que implican (sintaxis, puntuación, acentuación) para ser un buen corrector. Hay que distinguir, para saber si necesita comas, entre una aposición explicativa y una especificativa, por ejemplo; tampoco las citas literales llevan siempre mayúscula inicial… Son mil cuestiones que a mí, la verdad, me encantan; ajustar a la norma un manuscrito es como hacer un inmenso puzle que una vez compuesto es pura armonía. Leí una vez en algún sitio que en griego la palabra cosmos es la misma para ‘orden’ y para ‘belleza’… Pues esa es mi filosofía.