Arturo Rodríguez-Monsalve, autor de Confesiones de un corrupto, uno de nuestros últimos títulos en campaña, ha dedicado más de una década de su vida a la política en la ciudad de Valladolid.
Como testigo privilegiado de las entrañas del sistema, desde hace años reflexiona y escribe sobre el origen de la corrupción y el porqué su auge en el sistema político español.
Hoy hablamos con él. Puedes hacerte mecenas de su novela en este enlace: http://bit.ly/2ouCD1V.
- En su anterior libro, La esencia secreta de las cosas, ya trató el tema de la corrupción. ¿Cuál cree que es su origen?
Aunque parezca obvio, el origen de la corrupción se encuentra en la condición humana, pero si nos preguntamos la clave de esa corrupción, responderíamos que es el tiempo el que abre la puerta a la corrupción. En ese libro hablo del principio de la Patrimonialización del Bien Gestionado, que significa que cuando uno gestiona un bien que no es suyo, a medida que pasa el tiempo se cree que es suyo. Y al sentirse propietario de lo que administra se encuentra con derecho a reclamar su parte. El tiempo es la clave de la corrupción; y la limitación de mandatos es la verdadera solución para atajarla de forma importante.
- ¿La corrupción puede tentar a cualquier persona? Puesto que parece sólo afectar a los políticos…
En el libro anterior hablo de corrupción blanca, de corrupción gris y de corrupción negra. En cuanto más alto se está en el escalafón, a mayor nivel de corrupción se accede. Es corrupción blanca el que toma para sí unos folios de la oficina. Corrupción gris, el político o funcionario que recibe un reloj de oro a cambio de un favor. Y corrupción negra el cohecho, el soborno, la malversación de caudales. Solo de este caso de corrupción se habla en la prensa, pues alcanza el nivel de delito y de ahí que sea sometido a los Tribunales de Justicia. Pero a él solo tienen acceso los políticos con poder, de ahí que parezca que son solo ellos los que se corrompen.
- ¿Tiene un componente cultural? ¿Hay más corrupción en España que en otros países?
En principio, está demostrado que la corrupción que se conoce es la punta del iceberg. Esto significa que hay más corrupción de la que aparece en los medios de comunicación. Corruptos los hay en todas partes: en la política, en la judicatura, en los sindicatos, en los partidos políticos, en la Iglesia… No conozco un país, una clase social, un partido político, una élite intelectual que esté exenta de esta lacra.
- ¿A qué cree que se debe? ¿Hay demasiada impunidad con los políticos corruptos?
La impunidad retroalimenta la corrupción. La sensación de impunidad de un acto ilícito corrupto lleva a cometer otro, y así sucesivamente. Y el iceberg sumergido, la corrupción que no ha salido a flote, equivale a impunidad, la cual se convierte en caldo de cultivo de nueva corrupción. Por eso no hay que dar tregua a la corrupción.
- ¿Qué va a encontrar el lector en su siguiente novela, Confesiones de un corrupto?
El primer libro no dejaba de ser un ensayo novelado: teoría, al fin y al cabo. Confesiones de un corrupto supondrá el caso práctico. El lector va a bajar al sótano de la corrupción donde se elaboran las tramas, se dirimen las estrategias, se reparten los papeles y se perciben las tensiones con los verdaderos enemigos del político: sus propios compañeros de partido. El libro está lleno de sutilezas que harán pensar al lector.
- ¿Le han servido sus más de diez años en la política para escribirlo?
Claro que mis años en la vida pública me han dado conocimientos y experiencia sobre el comportamiento humano en ese mundo tan amplio de la política. Los escritores trasladan a sus obras al menos un tercio de sus vivencias y de su experiencia. El otro tercio lo aporta la imaginación y el último tercio el oficio. Mi falta de oficio ha hecho que yo haya tenido que acudir más a la experiencia y a la imaginación, que lo que puede ser lo habitual en un escritor veterano.
- ¿Cuanto de ficción y cuanto de realidad hay en la novela?
Esta novela está montada como un puzzle. Cada pieza es una realidad por sí misma, pero no necesariamente está conectada una con otra. La novela, como no podía ser de otra manera, es pura ficción, pero está basada en historias reales inconexas y barnizadas con un toque de imaginación.
- ¿Podrá el lector sentir empatía por un político corrupto? ¿Cree que se puede llegar a entender su postura?
Si añadimos al político corrupto el adjetivo calificativo de “arrepentido” hará que el lector se sienta desde el principio atraído por el protagonista de la historia. Ante un arrepentido todo el mundo siente compasión, aunque la Justicia tenga que caer sobre él.
- ¿No tiene miedo de que algún compañero de la política se vea reflejado en esta novela?
Bueno, no digo que alguno no piense que esa pequeña ficha del puzzle sea el reflejo de parte de sus actos. En todo momento he querido ser respetuoso. Pero es inevitable que ellos mismos se sientan reflejados en esos hechos de ficción. De todas formas, no me imagino a ninguno que me increpe echándome en cara que el copyright de esta historia le corresponde a él. O a ella.