El día 1 de julio, mientras vivíamos un calor sofocante en todas las oficinas de Madrid, paradecía una noticia en en el diario Público: Despedido un caricaturista en Canadá por una viñeta en la que criticaba a Trump. Michael de Adder había ilustrado a Trump jugando al golf, despreocupado, junto a dos migrantes ahogados en la frontera. El delito debía había sido ser trending topic en las redes sociales cuando representaba, con imágenes, mejores que cualquier arma, la realidad que todos pensamos cada vez que vemos airearse ese flequillo amarillo.
La grandiosa libertad había roto de nuevo con «de expresión» y «de prensa».
Aquello hace recordar aquel fatídico París, 7 de enero de 2015. ¿Quién no recuerda el atentado contra Charlie Hebdo? Una caricatura desató la intolerancia que condujo a los asesinatos. Antes, en 2008, Siné Hebdo fue despedido por una caricatura y un comentario «inapropiado» hacia el hijo de Nicolás Sarkozy. Periodistas y dibujantes asesinados y amordazados por hacer su trabajo.
A lo mejor algunos de vosotros también recordáis a Eneko, caricaturista del 20 minutos. O quizá no porque también fue invitado a irse en 2017 después de su serie de caricaturas tituladas «Marca España», de se criticaba duramente la gestión del PP de Mariano Rajoy y los casos de corrupción del partido.
¿Y si viajamos a Panamá? Allí encontrábamos al famoso ilustrador del diario La Prensa: Vic Iglesias. Parece ser que, en 2003, su serie de dibujos titulada «Desmogracia» hizo enfadar a algún que otro exmandatario. En concreto a Ernesto Pérez Balladares.
Vivimos un momento complicado para el humor y el periodismo. Los trazos y las letras conviven con el miedo a ser censurados por poderosos a los que les estorba su existencia. Es en un momento como este en el que necesitamos ejemplos de resistencia y reivindicación del periodismo en papel.
El trabajo que Julio Rey y Ricardo Martínez en El Mundo mira hacia esos lugares. Han conseguido un espacio de independencia y madurez en uno de los diarios más importantes de España. Allí desarrollan su trabajo con libertad creativa e ideológica. Cada semana un protagonista. Cada semana una historia. Por medio, todo un proceso que busca salirse de lo establecido.
Ahora se juntan con Rodrigo Sánchez para recopilar su trabajo en Uno elevado al cubo con un diseño rompedor y las premisas muy claras: periodismo, reivindicación del papel, diseño, vanguardia. Y van a hacer lo que les dé la gana.
Los textos e ilustraciones de Uno elevado al cubo, que ya se han visto en las páginas de El Mundo, se han convertido en libro. Un libro que recuerda a los fanzines que pasaban de mano en mano, donde la libertad de expresión y de prensa no veían cortadas sus alas. Rodrigo ha cogido las palabras de Julio y los trazos de Ricardo y ha hecho algo nuevo, algo libre.
Apoyar este proyecto es meterse en esta trinchera de quienes creemos que el papel puede ser sinónimo de vanguardia. Es proyecto reivindica la libertad de crear como a uno le dé la gana. El arte como medio y como fin. Un tipo de periodismo que nos hace falta más que nunca. Frente a un mundo que ve crecer la intolerancia, un libro que reivindica la libertad.
Bienvenidos al periodismo de vanguardia, al olor del papel, a la trinchera del diseño. Bienvenidos a la verdadera libertad de prensa. ¿Qué pensaría Donald Trump si viera esta obra?
PINCHA AQUÍ y hazte mecenas de Uno elevado al cubo y únete a la trinchera. Entre todos reivindicaremos el periodismo.