Mónica se abre en canal para hablarnos de su segundo poemario, el que más la representa pero, paradójicamente, el que pertenece a más personas. Amaranto significa «el amor colectivo, una forma de mirar, una manera de cambiar el mundo».
Y eso, precisamente, es lo que ha hecho la autora, crear una obra diferente, rompedora, muy suya, pero pidiendo colaboración a las personas que quisieran ponerse en sus zapatos y ver todo con otros ojos.
«Cuando empecé con mi expareja, se nos ocurrió asignar a cada uno de nuestros sentimientos un color, ¡pero no uno cualquiera! En la tabla de colores escogimos los más raros y especiales. El amaranto fue un gran descubrimiento. Por su pasión, lo asignamos al amor», nos cuenta Mónica Gallego. Y así surgió este proyecto.
Durante meses, Nuwanda -así se la conoce en redes sociales- compartió cafés, charlas y momentos con otras personas. También pidió a través de su Instagram que le compartieran reflexiones, imágenes y vídeos.
De esta forma, convirtió un poemario muy personal en una conversación colectiva. Una filosofía que llevó hasta el final, cuando tuvo que crear un vídeo de campaña para financiar este libro mediante un crowdfunding, y cientos de personas le enviaron sus fragmentos de amaranto.
Mónica quiere que el lector se rompa, ya que para ella romperse significa «dejar a un lado todo lo aprendido y abrir la mente, el corazón y el cuerpo para volver a aprender algo que ni se había preguntado».
Periodista, escritora y promotora cultural, cuenta que «en Amaranto, hablo sobre lo aprendido socialmente, injusticias, maneras de amar egoístas, viendo a cada persona cómo es y cómo podría llegar a ser».
«Amaranto» es amor al mundo
Y no solo lleva este planteamiento vital a la literatura, sino que su día a día también va acorde a ello. Promueve retiros creativos de verano en Tereglio (Italia), donde está su corazón, y reúne a diferentes artistas en los eventos de Poetry on the roof, donde la poesía, la música y el amor a la cultura tienen su espacio.
Formando parte de esta campaña estarás comenzando a sentir, a amar, a ver el mundo con otros ojos y a revelarte. Porque todos los lugares, las personas y los sentimientos tienen un tono cromático. Aquí está claro que el color que tenemos que escoger es el de querer cambiar el rumbo. Y eso solo se hace amando, cuyo color, según Nuwanda, es el Amaranto.