Abraham Ramírez Martín
Un libro y lo que él contiene suele ser y ha sido el inicio de muchas cosas a lo largo de los siglos: corrientes filosóficas, religiones, estilos artísticos y literarios, teorías científicas, políticas; son, en definitiva, un universo al conocimiento.
Una serie de enormes libros es lo que vemos aquí. Gérôme nos los ofrece apoyados en un atril de tijera para poder leerlos y manejarlos mejor.
Sobre esa enorme alfombra aparecen una serie de miembros, pies, brazos, manos. Si movemos la mirada vemos a un hombre arrodillado, con la cabeza pegada al suelo. Está rezando.
Y no es el único, los hay dispuestos en todo tipo de posturas, por lo que nos encontramos en un edificio religioso y, tratándose de quien sabemos. Pero lo que llama la atención son esas telas tan delicadas con ese brillo centelleante
Las telas son lo que a mí me conquistó de Gérôme, esa capacidad para representar en dos dimensiones un volumen casi de bajorrelieve y conseguir transmitir las cualidades táctiles de los materiales, desde el más cálido al más frío.
Y hablando de frío, ¿dónde he visto yo esos azulejos azules?
Y no solo los azulejos, ese mihrab enmarcado bajo caligrafía cúfica tan característico es inconfundible.
También ese mimbar o púlpito con un icónico rosetón calado en su lateral.
Sin duda es el interior de la mezquita Rüstem Pasha de Estambul. Fue construida por el insigne arquitecto Mimar Sinan para honrar al Gran Visir Rüstem Pasha, yerno de Solimán el Magnífico.
Pero volvamos a las personas que ocupan este lugar y sus actitudes, a sus vestimentas. Hay dos hombres con sendas prendas que son la razón de que hoy estemos aquí y de que estés leyendo estas palabras. El tocado del hombre de la izquierda y, sobre todo, la camisa rosa cuya manga izquierda asoma bajo la casa del hombre que se agacha con devoción son seña de identidad de la producción orientalista de Gérôme y seguro que reconoces ambas…
¡Claro que sí! Por su maravilloso Bashi-bazouk. Esa tela fulgurante, que casi se puede notar la seda si estirásemos la mano para tocarla.
Solo un hombre en el siglo XIX pudo imaginar y pintar obras orientalistas tan absorbentes e hipnóticas; solo él.
Esta obra es ‘La mezquita azul’ (1878, óleo sobre lienzo, 72.4 x 102.2 cm, colección privada), casi una fotografía tomada en directo.
Digo esto porque Gérôme visitó esta mezquita y para muestra, un botón, o mejor dicho, un boceto, este, conservado en el Musée Georges-Garret de Vesoul, su ciudad natal (foto de Laurent Langer).
Lo que ha empezado con libros acaba con libros, con uno en concreto, con Jean-Léon Gérôme. Pintura de arena y seda, mi primer libro y la primera monografía sobre Gérôme escrita en castellano y publicada con LIBROS.COM.
En el libro podrás ver esta pintura y muchas más, además de conocer hechos de su vida, anécdotas, historias de sus obras, viajes y relaciones amistosas y comerciales.
Los libros, qué haríamos sin ellos.
Gracias por acompañarme en este viaje y ¡feliz Día Mundial del Arte!
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